viernes, 1 de abril de 2011
Crítica: Akira (Katsuhiro Ôtomo, 1988)
(Id, Katsuhiro Ôtomo, 1988)
- Puede contener spoilers -
Obra maestra absoluta. Película imprescindible en el campo de la animación y una muestra más de que en esto de la animación los orientales tienen muchísimo que decir (y que contar). Con una puesta en escena apoteósica, en un clímax perpetuo, constante, sin límite y sin final. Otomo plasma la rabia de la juventud junto con la rabia furiosa y destructiva del manga más apocalíptico. Si algo tengo claro con Akira es que no hay nada dejado a la casualidad. Con un guión extremadamente complejo, difícil de asimilar (que no de comprender) lo cierto es que la historia, la película, la animación, todo es perfección plasmada.
Repleta de iconos de la cultura pop oriental (esa moto y ese traje de Kaneda – todo rojo, color de furia y violencia, esa ciudad de Neo Tokio inundada de luces de neon, interminables rascacielos, infestada de inmundicia, gente sin escrúpulos, etc.) la película contiene una velocidad que pocas veces he llegado a ver en los dibujos animados. Todas las escenas son hipnóticas en sí mismas pero encima dotamos a cada una de ellas de una realidad excesiva y cómo cada una de las acciones ejecutadas por los personajes son de una contundencia aplastante. Ahí están como ejemplo todas las escenas que implican las carreras de motos, el rescate de Tetsuo en el centro siquiátrico, las peleas cada vez más destructivas entre Tetsuo y Kaneda (siendo la del estadio olímpico la más impactante visualmente), etc.
También es cierto que la película rinde cierto homenaje (o recurre) al modo y maneras de la animación radical y violenta de Dragon Ball Z de Akira Torijama pues las peleas, los disparos, las matanzas, las destrucciones urbanas, las explosiones y la inmolación de todo lo que rodea a los personajes principales son de una violencia seca, sangrienta, excesiva y extrema, sin concesiones, sin tapujos, como pocas veces se ha visto en pantalla. Ahí están los casos de las peleas de pandilleros, la destrucción de sí mismo por parte de Tetsuo, la decisión de Kaneda de salvar a su protegido, compañero y amigo Tetsuo aún a riesgo de perder la vida. Aún y así la película no es recomendada para menores por mucha animación que sea pues aparte de ser una película extremadamente violenta es compleja en sí misma.
A ello ayuda que los personajes son reales y a la vez tan humanos aún contando con unos poderes que se salen de la media (la progresiva adquisición de poderes ilimitados por parte de Tetsuo, provocando la mayor de las destrucciones conocidas). Encima les añadimos personajes sin escrúpulos que a la vez se convierten en el relleno necesario para complementarse mejor con el resto como son los militares, el general, el científico consciente de lo que va a avecinarse.
Akira fue un antes y un después en la animación nipona. Siempre acostumbrados a personajes cándidos, historias bonitas, emotivas y edulcoradas, de expresión amistosa, la aparición repentina de Akira abrió la puerta a descubrir que había más allá de la sensiblería azucarada, que había nacido el anime para adultos hecho película y aunque habían más títulos Akira fue quien dio el pistoletazo de salida para el espectador y cinéfilo que tenía hambre de más. Por todo eso y por más la película fue, es y será un hito atemporal. Altamente recomendable.
Atreyub
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