martes, 8 de febrero de 2011

Crítica, Enredados


Enredados (Tangled, Nathan Greno - Byron Howard, 2010)

Ficha en Informemos de Disney,

Esta crítica contiene spoilers

Que bien han sabido jugar los de Disney, que bien han sabido jugar sus cartas y sobre todo que bien han sabido captar la atención del público (dándonos un buen escarmiento a los que teníamos serias y trascendentales dudas de si esto iba a deparar en un producto típico de la empresa contraria).

Está claro que en Disney habían perdido el rumbo. Desde que empezaron a jugar con el 3D (sin gafas) sus títulos cada vez eran de una calidad inferior y se distanciaban de lo que representaba la calidad en la casa del ratón. "Tiana y el sapo" podría considerarse un cambio, un intento (desesperado) de querer volver a tener la batuta y ser un distintivo como lo fueron tiempo atrás. El resultado no fue de lo mejor y desde luego quedaba lejos de las grandes obras maestras pero sí podía verse una mejoría en cuanto a la historia, a la sencillez de la animación y sobre todo un intento de regresar a los cuentos de princesas que tan bien se le han dado siempre a los dibujantes de esta magna empresa.

Pues bien, con Rapunzel han dado un paso de gigante. Por varios motivos. Primero porque han vuelto a los mejores tiempos, donde la empresa como tal dio un giro radical: los fantásticos y maravillosos 90. Este título en cuestión bebe de las maneras, trazos, formas y fondo de aquellos tiempos. Partiendo de un cuento maravilloso, Disney vuelve a plasmar con mano ferrea pero con sencillez aplastante todo ese universo tan particular que los hicieron campeones, distintos y sobre todo modelo a seguir. Enredados cuenta con un guión fresco, con un humor sincero, directo a la carcajada pero sin caer en el humor chabacano, reiterativo y un tanto mediocre. El tipo de comedia que siempre (o casi siempre) ha primado en Disney ha sido un humor gestual, casi de slapstic, de compadreo y compañerismo a cuenta de las aventuras, carácteres distintos y mucho gag facial para conseguir la risa fácil del espectador.

Pero es la forma en como está narrada, llevada y finiquitada la que le da alas para conseguir el aplauso colectivo, tanto de la crítica como del público. Porque volvemos a los mejores tiempos, donde la razón de ser era narrarnos una historia, jugar con los elementos y darles la mayor amalgama de posibilidades. Con la clásica estructura narrativa de un cuento bien narrado, Enredados tiene un engranaje bien engrasado, donde nada chirría (por fin nos encontramos con una película donde todo está bien planificado, donde nada molesta ni entorpece la historia en cuestión). Con cuatro trazos guionísticos se nos presenta las razones de cada uno de los personajes y, gualá, todas confluyen perfectamente.

Aparte de que juega perfectamente con varios géneros. La aventura clásica (no en balde el protagonista se llama Flynn), el romance latente que irá surgiendo a modo de vivencias sufridas, padecidas y acaecidas juntos, el terror made in Disney, en base y seña de una bruja malvada (con la bruja de Blancanieves puesta por bandera) donde las intenciones son reales aderezadas con una magia espectacular y cruel: mantener la belleza eterna en pos del sufrimiento ajeno (un secuestro en toda regla, un malvado dominio tras un engaño materno-filial que ya quisieran conseguir otros productos animados similares... y lo mejor de todo es que no necesitan enrebesar la historia para que todo sea fácilmente comprensible: las cartas están sobre la mesa desde el primer instante).

Lo mejor de todo es que contiene una variedad de personajes, principales y secundarios, perfectamente orquestrado. Empezando esta vez por los secundarios, que están en su justa medida y aunque es cierto que a Maximus, el caballo, se le da cierta licencia en muchos momentos, no cae en la pesadez como si consiguen otros personajes de semejantes películas. Aquí no se recurre a animales parlantes sino que su forma y razón de ser es ser ayuda y no un estorbo. De ahí que el camaleón contenga una comicidad gestual y facial muy adecuada mientras que el caballo es un humor más dinámico para convertirse en una pieza más del engranaje.

El trío protagonista es correctísimo. Rapunzel contiene la dosis justa de ser una princesa de autonomía eficiente pero sin caer en la gallarda necesidad de ser la dominante y sin caer en un final en duelo frente al mal absoluto. Flynn es el héroe cómico y gallardo, como lo eran los aventureros de los clásicos títulos del cine de acción y aventuras de tiempos de antaño, siendo comicidad y cómplice, con esa socarronería bien empleada pero recurriendo a las armas de la belleza (el momento mirada azul es impresionante y que ahora se entiende su razón de ser), la picaresca y las dotes ágiles para ser un héroe de acicón en ciernes mientras que el mal está representado con perversa astucia, dominación, estratagemas y poder carente de magia: es un tipo de mal que a Disney siempre le ha salido bien.

Pero si tengo que decantarme por algo en especial, por encima de todo, no es otra cosa que es volver a los finales de antes, donde no hay humor de sal gruesa, donde las piezas del juego están bien puestas y se recurre a un sentimentalismo parejo a la situación límite, como siempre, en lo alto de la torre, donde las peleas más antológicas tienen lugar y cabida. Y lo mejor de todo es que no hay nada que moleste: contenemos una muerte final digna de aplauso y que demuestra que cuando Disney quiere no hay nada que entorpezca su camino aparte de contener uno de los momentos cumbre de la película donde el héroe, la princesa y todo el poder que contiene son sacrificados en pos de un bien mayor, un bien común y sobre todo un bien para todos (la transformación de la belleza en fealdad de la bruja es magistral mientras el pelo de Rapunzel es cortado de cuajo).

Con una paleta de colores pastel exquisita, como deben ser los cuentos de hadas eternos, dando énfasis en la iluminación del exterior frente a la oscuridad latente de la torre, es de una perfección maestra. La película contiene una colección de momentos sublimes que convierten a esta película en algo grande, algo que llevábamos toda la vida esperando. Momentos como las velas flotando en el ambiente y poblando toda la pantalla, el momento de llegar al pueblo, con esa banda sonora y ese baile folklórico que es de chiflar con todas las fuerzas del mundo, ese plano del rey llorando con las lágrimas a flor de piel antes de dar pie al festival aéreo, o el mismo momento del secuestro, como si la bruja fuese una criatura sin forma (el mal absoluto), el momento de llevar a Flynn a la horca (aunque con cierta licencia en los ralentíes para darle ese toque épico), la duda existencial de Rapunzel al enfrentarse a sí misma pues ha desobedecido a su madre pero está rebosante de felicidad y plenitud por descubrir el exterior (el primer momento, al entrar en contacto con el cesped - la realidad es de una belleza poética maravillosa), etc. Son tantos los momentos que me/te dejan boquiabierto que todo el conjunto me hace pensar que estamos ante un nuevo futuro (prometedor).

No puedo concluir mi extensa crítica sin hacer mención de la BSO donde Alan Menken vuelve a dar en el clavo (como no podía ser de otra forma). Unas canciones maravillosas, que vuelven a hacerme recordar los mejores tiempos en Disney, y que dan forma al conjunto, sin entorpecer y sobre todo conteniendo una letra y melodía magnífica.

Enredados es un buen ejemplo de que no estaba todo perdido, de que el esfuerzo vale la pena y que sobre todo es un regreso necesario, exitoso y plausible para una empresa que hacía aguas y que desde luego hacer ver una luz al final del túnel. Gracias a esta película mi confianza en Disney vuelve a estar en lo alto, desde luego.

Atreyub

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